25 cosas que debes saber sobre mí para saber quién te habla
Creo firmemente que lo mejor de todo es conocer cuanto más a una persona e ir de frente desde el principio
Querido lector (o lectora):
Me ha parecido oportuno crear un espacio en internet donde pueda darme a conocer y aportar todo lo que he aprendido a lo largo de estos años como profesional del marketing. Como no me gusta Linkedin ya que considero que es una red social cuya finalidad es el autobombo con muy poca credibilidad, ya sea por el cargo edulcorado o por el orgullo desmedido por los compañeros que han hecho posible X logro (gracias de verdad a todo mi equipo sin el que no sería nada…), he creado este blog para hablar de los temas que me resultan interesantes y donde trataré de aportar mi visión particular del marketing, las marcas y la publicidad.
Antes de profundizar en los distintos temas de los que me apetece escribir quiero presentarme (incluyendo lo bueno y lo malo, sin filtros) y lo hago en formato lista que yo soy muy de listas.
Allá voy:
Soy de Santander, la que considero que es la mejor ciudad del mundo. No es discutible, lo siento.
En los últimos años me he convertido en alguien que disfruta más de un buen madrugón que de acostarme tarde. Me acuesto antes (10pm), me levanto antes (6am). Y no solo por mi reciente paternidad, aunque también.
No podría vivir sin hacer deporte. Es mi gasolina. Necesito mínimo cuatro días a la semana de gimnasio, CrossFit, correr, nadar o bicicleta. Si por cualquier motivo no cumplo con esos cuatro días, me siento mal y no hay quien me aguante. Especialmente después de un viaje largo (por trabajo viajo mucho a México), necesito descontracturar en el gimnasio o corriendo, sin importar la hora. Además saliendo a correr he descubierto que es una forma buenísima de conocer una ciudad. Uno de mis pequeños checks fue correr por Central Park en Nueva York. El subidón fue tremendo.
Hace años no era la persona en la que creo que me he convertido hoy. Mi llegada a Madrid en 2017 fue el inicio de esta nueva versión (aunque el punto de inflexión real diría que fue en 2019). Siempre he tenido el gusanillo de la productividad y la vida saludable, pero me faltaba mucha fuerza de voluntad. Vivía con muchos pájaros en la cabeza y sin nada sólido. Aprendí en Madrid a rodearme de gente que me hacía bien, a aprovechar más mis días, a hacer mucho deporte y a exigirme más a nivel profesional. Creo que hoy tengo una vida que se acerca mucho a la que siempre quise: he formado una familia, tengo una vida activa, duermo tranquilo por las noches, sigo superándome cada y sigo creciendo. Las claves sin duda para mí del cambio son: venirme a Madrid (Santander me estaba frenando mucho), ser consciente de dónde estaba y lo que quería y rodearme de las personas que representaban lo que yo quería ser).
Mi llegada al marketing fue por casualidad. Yo empecé estudiando ingeniería industrial, pero a medida que avanzaba en la carrera, me costaba más. Realmente no era algo que me gustara, sino que creía que tener un título de ingeniero me haría ser un ser superior. ¡Qué gran error! Tras varios años deambulando por la universidad y unido a la enfermedad de mi padre, terminé abandonándola y empecé unas prácticas donde aprendí lo que es el compromiso y la importancia de hacer bien el trabajo. Yo no me daba cuenta, pero otros sí lo notaron, y al cabo de un tiempo me ofrecieron ser el responsable de un departamento en un área que ni siquiera conocía. Aprendí, trabajé mucho y, además, me di cuenta de que me gustaba lo que hacía. Tanto es así que, tras unos años, alguien a quien admiro muchísimo me ofreció unirme a su empresa como responsable de marketing. Fue un hito en mi vida porque allí descubrí mi pasión por el marketing, las marcas y el consumidor. Después de unos años aprendiendo mucho, llegó el momento de dar el salto a Madrid (ciudad en la que siempre quise vivir) para ver el marketing desde una perspectiva más amplia (más 360, que se dice ahoras). Así llegué a la empresa en la que estoy hoy, donde pasé de ser el coordinador de un área sin equipo a ser el responsable de marca global (presencia en 5 países), liderando un equipo multicultural de 16 personas.
Nunca fui un gran lector, no tenía paciencia. Pero, tras obligarme y empezar con lecturas que me interesaban (recuerdo que Ray Loriga y Murakami fueron clave en mis inicios), fui generando esa afición y hoy no puedo pasar un día sin leer al menos 30 minutos. He pasado vuelos enteros acompañado solo de un libro y música o podcasts. Hoy disfruto mucho de Nick Hornby, Martín Caparrós, Eric González, Eduardo Mendoza, Javier Marías, Will Gompertz (gracias a él nació mi afición por el arte moderno), David Foenkinos, Frederic Beigbeder o David Foster Wallace.
Tengo un poco de síndrome del impostor. Como decía en el punto anterior, no soy un "tío de marketing" de formación. Es cierto que cada vez menos, porque llevo alrededor de 10 años en esto y me apasiona.
Creo que la creatividad es el centro del éxito de cualquier campaña publicitaria. Pero no me refiero a un spot que te saque una lágrima o te haga reír porque sí, sino a entender muy bien el medio, la audiencia y el formato para que la creatividad sea efectiva y funcione. Hoy centro gran parte de mi trabajo a entender al consumidor, la propuesta de valor que satisfaga sus necesidades y a la medición de la eficacia publicitaria.
Siempre, siempre, siempre pienso en: "¿Qué queremos conseguir con esto?". Se lo digo a todas las personas con las que trabajo. Es vital en marketing (y en la vida) saber para qué hacemos las cosas.
No soy ni de mar ni de montaña, soy de ambos. Me crie junto al mar y desde hace un par de años desarrollé una nueva pasión: correr por la montaña. Así que, por favor, no me hagas elegir.
No sabía que quería ser padre hasta que mi mujer estaba embarazada de cuatro meses. Siempre me ha gustado la idea de formar una familia, pero al mismo tiempo me imaginaba un estilo de vida hedonista con tiempo para mi pareja y para mí. Fue a mitad del embarazo cuando algo hizo clic, y desde entonces, mi familia es mi prioridad. Creo que el momento de preparar su habitación me hizo darme cuenta de que era una realidad, que estaba en camino y, desde entonces, gran parte de lo que hago en mi vida es para que mi hija y mi mujer estén orgullosas de mí.
Soy muy, muy, muy ordenado. No soporto ver cosas fuera de su sitio. Me da mucha paz levantarme por la mañana y ver todo despejado. Como decía mi abuela: "Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa".
El mejor viaje de mi vida fue recorrer Australia en furgoneta con un amigo. No teníamos un duro, pero lo pasamos increíble.
Estuve a punto de irme a vivir a México pero lo rechacé por amor. No me arrepiento.
Prefiero viajar en pasillo que en ventanilla.
A veces pienso que me queda bien el bigote. Sé que no, pero me resisto a aceptarlo.
Creo que trabajar no está reñido con pasarlo bien. Pasamos muchas horas en la oficina, así que disfrutemos del proceso.
No soporto llevar zapatillas o zapatos sucios. Me estoy obsesionando con esto. Creo que me estoy haciendo mayor.
Me gusta la fotografía y, como tantas otras cosas, llegó por casualidad. Un Día de Reyes me regalaron una cámara réflex y, al abrirla, dije: “¿Y qué hago yo con esto?”. Me puse a investigar y descubrí un mundo de posibilidades. Desarrollé una afición que aún hoy me acompaña. Tanto es así que mi regalo de pedida de matrimonio fue una cámara de fotos, y no un clásico reloj. SI tienes ganas echa un ojo a mi web de fotos.
Mi hermano es la persona con la que más me río en el mundo, y mi hermana, mi mejor consejera.
Soy de lágrima fácil. Una despedida me mata.
Soy del Madrid y del Racing de Santander, pero, en realidad, soy unpésimo aficionado. No sé bien cuántos puntos llevan en la clasificación ni estoy al día de la actualidad como para poder comentar lo malo que fue el árbitro el día anterior o criticar los chanchullos en los que se mete el Barça. ¡Hala Madrid! ¡Aúpa Racing!
No me interesa absolutamente nada la política. Seguramente debería, porque nuestro futuro (y el de mi hija) está en sus manos pero me aburre soberanamente. Tengo chats infestados de memes de "Perro" Sánchez y compañía, pero ni siquiera me hacen gracia.
Con los años he aprendido a decir que no. Siempre me ha costado mucho, he sido muy blando, pero me di cuenta de que así no podía gestionar un equipo ni un área. Aprendí a no huir de la confrontación y, con el tiempo, incluso a disfrutarla. Me ha costado, eso sí.
Si algún día me diagnostican una enfermedad grave y estás en mi círculo íntimo de amigos, te invito a que hagas humor negro. No soporto la condescendencia y prefiero que nos riamos todos de lo poco que me quede de vida. Así, cuando se apaguen las luces, al menos nos habremos reído hasta el final.
De momento, se me ocurren estas 25, pero si van surgiendo más, iré ampliando la lista.
Gracias por leerme.